Hace unas semanas, en la nieve, bajando una pista azul con mi marido y mi hijo me dió por pensar que esto del esquí es como la vida misma.
- Cuando tomaba mis primeras lecciones de esquí, el monitor me enseñó a fijarme en un punto, el punto al que quería llegar, sin centrarme tanto en la técnica y, tenía razón, porque misteriosamente, los esquís se dirigían al punto donde yo quería. Esto es justo lo que pasa en la vida. Si uno se marca un objetivo y concentra sus energías en conseguirlo, dificilmente no alcanzará su meta.
- Otras de las lecciones que me ha enseñado la práctica del esquí es que cuando te caes, te vuelves a levantar y sigues. Esto es algo importantísimo que no deberíamos pasar por alto en nuestra vida. No hay que rendirse. Hay que levantarse siempre, perseverar hasta llegar donde quieres estar.
- Los niños tienen un poder de aprendizaje alucinante y es cuando son pequeños cuando hay que estimularlos ya que de mayores todo nos cuesta el doble aprenderlo. Ejemplo: el esquí y lo ridícula que me siento y orgullosa a la vez, todo hay que decirlo, cuando veo que mi hijo de seis años es infinitamente mejor que yo esquiando.
- Con la edad nos volvemos conservadores, y perdemos esas ganas de probar cosas nuevas, los riesgos nos dan más pereza y priorizamos la tranquilidad, el relax y la paz interior sobre el derroche de adrenalina de algunas actividades.
Unos días más tarde, haciendo trekking por la montaña y, cómo respuesta a mis lamentos, mi marido me dice que los caminos de montaña son como la vida misma: hay subidas, hay bajadas,...pero esto ya forma parte de otra disciplina "montañera" y, quién sabe, probablemente de otro post...
Ciaito!!!
Eva
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