Sé que con este post no va a incrementar precisamente mi popularidad pero es que tengo la necesidad de hablar sobre lo engañadas que están algunas personas con los gatos por culpa de las redes sociales.
Todo empezó con aquellos mails con presentaciones de gatos y frases sobre lo maravillosa que es la vida y lo felices que seríamos todos si siguieramos los consejos que en ellas se nos daban. Lo peor era que te decían que los tenías que reenviar a 10 personas que quisieses incluído el remitente. Un agobio al principio, tú!! Yo tengo mail, por motivos laborales desde el principio de los tiempos, con lo cual, poca gente a la que quería tenía mail (que tampoco es tan antiguo, eh?!) , sólo cuatro o cinco. El resto eran contactos profesionales y, como es natural, no me veía escribiendo el siguiente mail:
'Apreciado cliente,
Tras la visita a sus instalaciones situadas en la avda. Tal, num. X, Población, mantenida el pasado viernes, 13 del corriente, le facilito en archivo adjunto el presupuesto correspondiente a los trabajos de pavimentación a realizar, bla, bla, bla,.
Adjunto también presentación de gatitos para su disfrute animándole a reenviarlo a todos sus seres queridos para que sea usted mucho más feliz...'
Que no, que no lo veo. Quizás me hubiese reportado más éxitos profesionales, pero en un sector tan machista como en el que estaba, esta estrategia no me acabó de convencer.
Viendo yo que sin reenviar este tipo de mails la desgracia no se cebaba conmigo y mi vida no se tornaba gris y atormentada decidí sencillamente 'pasar' de ellos.
La cosa ha ido empeorando y, a medida que las TIC han ido evolucionando y han aparecido y se han popularizado las redes sociales como Twitter, Facebook, Instagram...los gatitos lindos se han multiplicado exponencialmente invadiendo nuestras vidas virtuales!!
Y pensaréis que odio a los gatos...Pués no! Nada más lejos de la realidad. Pero tampoco me gusta que me engañen...
Cuando era pequeña en casa tuvimos dos gatitos. Mi gatita Negrita (aclaración necesaria: era de color negro) y un gatito, Jinks. Eran muy cariñosos conmigo y con mi hermano (Ricard, me pongo yo primero porque como dicen eso de 'El burro delante' me sabía mal...) Pero tampoco eran precisamente un ejemplo de dulzura: eran traviesos, trepaban por las cortinas, rascaban sus uñas en el famoso sofá de pana marrón de mi madre (error fatal!!!),...Y la madre, la de los gatos quiero decir, que era de mis primas, ni te cuento. Se llamaba Chispitas. Ha! Chispas las que saltaban cada vez que me acercaba. Cumplía a la perfección con el estereotipo de 'gato arisco'!!!
Toda relación entre los gatos y yo finalizó aquí hasta que conocí a mi marido. Tenía cuatro gatos en casa!!! La gata blanca no era un animal doméstico. Que va! Yo, por aquél entonces le decía a mi marido que los gatos eran los animales del demonio. Os habéis fijado alguna vez en sus miradas! Son bonitas pero diabólicas...Por eso cuando a una mujer le dicen que tiene ojos de gata o mirada felina a mí, automáticamente, me produce desconfianza.
Aquella gata blanca no recuerdo dónde fue a parar. Lo que sí que sé es que cuando mi perro Pluto y yo nos instalamos en casa ella ya no estaba. Los otros tres sí. Y eso era too much para mí. Los dos más jóvenes, macho y hembra, unos promíscuos incestuosos. Él era muy bueno, pero ella, que además se llamaba Pimkie (gata low cost total) era tremendamente arisca, estirada, se creía la dueña y señora de la casa y no respetaba las normas básicas de convivencia, como por ejemplo no subir encima de la nevera!!
Además tenían esa manía por afilarse las uñas en los marcos de las puertas...
Ellos se fueron también y se quedó nuestro querido Bobby. Este era el gato queridísimo por mi marido. De hecho, se adoraban mútuamente y mi perrito Pluto y yo 'molestábamos' en esta relación así que el gato nos tenía ojeriza. Siempre que el pobre Pluto pasaba por su lado le arañaba. Y a mí, no me hacía nada. Me ignoraba y miraba con desprecio. Y me retaba subiéndose en el estante más alto del mueble del comedor. Yo, armada con el plumero, le increpaba para bajar pero él desde su atalaya privilegiada me miraba desafiante mientras yo tenía que batir en retirada...Sin rendirme, eso no, que yo si me retiraba era para hurdir un plan. Y lo hurdí. Y me fui a una floristería. Evidentemente, tratándose de un gato no pretendía convencerlo regalándole unas flores...Compré un cáctus bien grandote y lo coloqué en el estante de la discordia. Él volvió a subir un par de veces. Pero bajaba más rápido que subía. Él había ganado muchas batallas pero yo gané 'la guerra'!!!! A partir de ese momento creo que él, que hasta entonces se había considerado un ser superior, valoró mi inteligencia e ingenio y comenzamos a respetarnos. Y el respeto se convirtió en cariño. Y al final de sus días, víctima de una larga enfermedad era yo quien le ponía sus intecciones de suero y quien, cuando mi marido estaba de viaje, lo acariciaba y cuidaba con amor.
Antes de que cayese Bobby enfermo, mi amado marido me llamó un día por teléfono al trabajo: 'Tenemos un problema'. Lo que teníamos era que estaba esperándome dentro de el coche cuando, de repente oyó unos lamentos muy fuertes. Bajó a mirar y se encontró con un bebé-gato llorando bajo la tormenta. Lo recogió, lo secó, lo alimentó,...Y cuando llegué yo, después de haber dicho que no y que no y que no lo quería y que lo llevaríamos a una Gatera Municipal, no pude resistirme a su ternura. Se llama Cendra (que sí, que es gris!!) y lleva ya con nosotros siete años.
Ahora somos cinco en casa (papá-mamá-peque-perro-gato) y tan feliz! Por eso digo que, algún video, Powerpoint, retratos en general de gatos está bien, pero por favor empezar primero por llenar de gatos vuestras casas. Dan tanta faena que no os quedará tiempo para inundar las redes sociales!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario